En Carrefour, nos dicen, “todo cuenta”. Así lo repite una y otra vez su última campaña publicitaria, con descuentos para familias numerosas y personas mayores de 65 años. Sin embargo, cuando miramos a las bambalinas de la mayor cadena de supermercados en Europa, la segunda del mundo, después de Wal-Mart, y la número dos en el Estado español, tras Mercadona, observamos que la realidad es otra. Porque en Carrefour, digan lo que digan, tú no cuentas.
Abusos laborales, competencia desleal con el pequeño
comercio, fraude en el etiquetaje, malas prácticas comerciales… son solo
algunos de los trapos sucios de su currículum vitae.
El hipermercado llega a Europa
La historia de los hipermercados es la historia de
Carrefour. No en vano, en 1963, los empresarios franceses Marcel Fournier y
Denis Defforey inventaron el concepto de hipermercado, inspirados en los nuevos
métodos de venta norteamericanos, después de un viaje a Dayton (Ohio) donde
entraron en contacto con uno de los gurús de la gran distribución moderna,
Bernard Trujillo, quien les animó a crear nuevas “fábricas de venta” al otro
lado del Atlántico. Se trataba de utilizar fórmulas e ideas simples. Algunas de
las más conocidas: “El éxito descansa en tres patas: auto-servicio, precios
bajos y espectáculo. Si una falla, el resto se derrumba”; “los carteles de los
establecimiento serán los mejores vendedores. Solo se les paga una vez, y no se
toman vacaciones”. Y la célebre: “Sin parking no hay negocio”, en un momento de
auge y expansión del uso del automóvil.
Tomando dichas ideas, y contando con una larga
trayectoria familiar en el ámbito comercial, Marcel Fournier, Denis Defforey y
su hermano Jacques Defforey inauguraron, en 1963, en la ciudad de
Sainte-Geneviève-des-Bois, en el sur de París, el primer hipermercado en Europa,
cuatro años después de fundar la sociedad Carrefour y abrir previamente otros
establecimientos, en formato supermercado. Los conceptos clave del nuevo
comercio eran: todo bajo el mismo techo, autoservicio, precios bajos y
estacionamiento gratuito. Los expertos del sector vaticinaron el fracaso
empresarial: “demasiado grande, demasiado lejos, demasiado norteamericano”
-decían.
gama de descuentos, posibles gracias a los grandes
volúmenes manejados, el auto-servicio y las condiciones de pago a los
proveedores.
Contra todo pronóstico, el proyecto funcionó. El día
de su inauguración, el 15 de junio de 1963, más de dos mil personas se
abalanzaron en el establecimiento para comprar, gastando tres veces más que en
los supermercados convencionales. Negocio redondo. El primer año, el nuevo
comercio ya daba beneficios, y el tercero quedaba amortizada la inversión
inicial. De este modo nacía, lo que en un primer momento se llamó una “gran
tienda de autoservicio”, y que pocos años después recibiría el nombre de
“hipermercado”.
Número uno
En poco tiempo, el modelo se expandió a otros
países. Carrefour abrió nuevos hipermercados en Bélgica en 1969, en el Estado
español en 1973, en Brasil en 1975, en Argentina en 1982, en Estados Unidos y
Taiwan en 1989, en Grecia en 1991, en México y Malasia en 1994, en China en
1995… Hasta contar a día de hoy con más de diez mil establecimientos, de estos
1.300 son hipermercados, en 34 países distintos. Tras su fusión con el grupo
francés Promodès, en 1999, la cadena de distribución se convirtió en la número
uno en Europa. Y su expansión global la colocó en la segunda posición a nivel
mundial, tras el gigante Wal-Mart. Se calcula que cada día, unos diez millones
de compradores pasan por caja en Carrefour.
En el Estado español, Carrefour llegó en 1973 con la
apertura de un primer hipermercado en El Prat de Llobregat, cerca de Barcelona.
Toda una novedad en aquella época. Aunque aquí su modelo se extendió a partir
de finales de los años 70, tras su fusión con la sociedad de almacenes Simago,
y la apertura de los hipermercados Pryca, acrónimo de “precio y calidad”, al
considerar que este apelativo podía conectar mejor y era más fácil de
pronunciar para los consumidores locales. En el año 2000, dichos comercios
adoptaron el nombre definitivo de su empresa matriz: Carrefour. Y a raíz de la
fusión internacional con el grupo Promodès, en el mismo período, los
hipermercados de este último, Continente, cambiaron también su denominación por
la del nuevo grupo al que entraron a formar parte: Carrefour.
Más allá de hipermercados, el grupo Carrefour cuenta
en el Estado español con establecimientos en formato supermercado y
supermercado de proximidad, que se identifican actualmente con el apelativo de
Carrefour Market (antes llamados Champion) y Carrefour Express. En total, el
grupo tiene abiertos 456 establecimientos, de los cuales 172 son hipermercados,
118 supermercados y 166 supermercados de proximidad, con
datos del 2013.
Lado oscuro
Sin embargo, tras la aureola de modernidad, creación
de empleo, facilidades de compra, diversidad de productos…, Carrefour esconde
un lado oscuro. Las denuncias de abusos laborales, no publicitados obviamente,
acompañan desde hace años a la multinacional. A pesar de que la compañía
enarbola desde su logotipo los colores de la bandera francesa, parece no tener
la misma estima por las cajeras de los hipermercados de su país. Igual política
sigue en otras latitudes.
El 25 de marzo de 2005, en Francia, se llevó a cabo
una de las huelgas más importantes en Carrefour que afectó entre 60 y 120
centros, según
fuentes sindicales, principalmente en las regiones de Marsella,
Toulouse, Burdeos y algunas tiendas de París, donde se movilizaron entre el 50
y el 80% de su plantilla, especialmente mujeres. Los sindicatos convocantes,
CFDT y CGT, instaron a la movilización tras “el fuerte descenso del poder
adquisitivo” de los trabajadores y para exigir la reapertura de las negociaciones
salariales con el objetivo de conseguir una revalorización real de los
salarios. Otras filiales de Carrefour en Francia, como la central de compras
LCM (Logidis-Comptoirs Modernes) han sufrido protestas
parecidas.
El Estado español, no es una excepción. Varios han
sido los conflictos y las denuncias laborales contra Carrefour. La más reciente
ayer,
cuando se llevaron a cabo concentraciones simultáneas de trabajadores a las
puertas de sus establecimientos en Catalunya, Andalucía, País Valencià, Madrid,
Galicia y Murcia. La convocatoria, realizada por CCOO, protestaba por las
nuevas exigencias de la compañía que propone: el traslado del personal entre
centros y secciones en función de las necesidades de la empresa, el aumento de
los turnos partidos, el mantenimiento de las jornadas laborales en domingo y el
aviso de los cambios de turno con solo cinco días de antelación. Unas medidas
que el sindicato considera: “Una desregularización salvaje de la jornada”, a la
vez que imposibilitan la conciliación entre la vida personal y la laboral.
Además, según
CCOO, la empresa anuncia, en una estudiada estrategia de marketing, la
intención de firmar 3 mil nuevos contratos indefinidos en el transcurso de este
año, sin indicar “la calidad de estos contratos”. Una ofensiva empresarial
difícil de tumbar cuando la principal fuerza sindical intercentros corresponde
al sindicato corporativo Fetico.
La protesta contra la apertura de Carrefour en
festivos ha sido otra constante. A finales del año pasado, los sindicatos ELA,
LAB, CCOO y UGT en el País Vasco pusieron en marcha una
campaña contra la apertura de cuatro Carrefour Express en domingo y
festivos. Los sindicatos denuncian que esta política significa una degradación
de las condiciones laborales e imposibilita el derecho a la conciliación. Movilizaciones
contra estas mismas prácticas se dan periódicamente en otros establecimientos
Carrefour del Estado. En abril del 2014, una
“batalla” se ganó en esta dirección: el Tribunal Supremo condenó a
Carrefour por aumentar los días de trabajo a su plantilla, incluyendo domingos
y festivos, aprovechando la liberalización de horarios comerciales, sin
consultarles. La sentencia del Supremo señalaba que era necesario un periodo de
consultas con los trabajadores antes de cambiar las condiciones laborales.
Las acusaciones por despido improcedente y
persecución sindical se dan periódicamente. A finales del 2013, el
sindicato aragonés OSTA denunció cómo Carrefour despidió
disciplinariamente en uno de sus hipermercados en Zaragoza a una trabajadora
con una discapacidad física superior al 60%, que llevaba años pidiendo que le
adaptaran el puesto de trabajo, alegando “ineficiencia de su rendimiento”. En
2011, la multinacional tuvo que readmitir
en el centro Carrefour Express de Pilar de la Horadada, en el País Valencià,
a una de sus trabajadoras, delegada sindical de CNT, después de que un juzgado
de Elche declarara nulo su despido al considerar que las razones que lo
indujeron fueron “totalmente inventadas”. A principios del 2008, varias fueron
las protestas en Carrefour Dos Hermanas en Sevilla tras el despido de dos
delegados sindicales de CCOO. El
sindicato acusó a la empresa de despedirlos por su actividad y
afiliación al sindicato y acusó a la empresa de persecución sindical.
Otros fraudes
Los fraudes en el etiquetaje son una más de las
críticas vertidas sobre la compañía, y que no distan mucho de las prácticas de
otras grandes superficies. En octubre del 2014, unos 80 expertos y 30
sociedades científicas en Francia publicaron
un artículo en la revista Journal International de Médecine denunciando
el sistema de etiquetado nutricional que proponía Carrefour, al considerar que
la información presentada quedaba “reducida a una cuestión de marketing” y al
ser elaborada, según los expertos, con criterios “científicamente
indefendibles”. Carrefour animaba, por ejemplo, con dichos parámetros a comer
pizza con queso una vez al día. Los autores del artículo apelaban a Carrefour a
ceñirse a un sistema nutricional unificado y validado por las instituciones
públicas. En el Estado español, algunas
webs denuncian fraudes en las ofertas anunciadas en sus
establecimientos o en los packs ahorro, donde los carteles de colores
promocionan ofertas que no son tales.
“En Carrefour sabemos que todo cuenta” -nos dice el
último anuncio de la empresa. Tal vez así sea, todo cuenta para hacer negocio.
Todo cuenta menos tu.
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